La política mallorquina, y por extensión la nacional, se encuentra consternada. En la sede del PP no ganan para disgustos desde su derrota en las urnas el pasado 9 de marzo. A los resultados de los comicios había que unirle la crisis de liderazgo que padece el partido. La pugna entre las diferentes facciones existentes en la calle Génova promete llenar páginas en los próximos meses. Y a todo esto ya sólo faltaba unirle un escándalo mayúsculo por malversación de fondos públicos.
Una auditoría realizada por la prestigiosa empresa Ernst&Young en el consistorio de Palma ha revelado que el ex teniente de alcalde de Urbanismo de Cort, Javier Rodrigo De Santos, había gastado más de 60.000 euros en drogas y clubes de alterne. Pero en contra de lo que pueda parecer, no es explicar el caso el motivo de estas líneas, sinó denunciar el trato periodístico que se le está dando al asunto.
El Mundo, en su edición balear, rezaba en su portada en un titular a tres columnas “La cocaína llevó a De Santos a gastarse 60.000€ públicos en fiestas con drogas”. Y todavía en portada, el principal destacado desvelaba que el ex concejal se gastó esa cantidad en sólo dos años en fiestas de diversos locales de alterne gay.
Vamos a ver. ¿Cúal es la noticia? ¿Que malversó dinero público? ¿Qué era adicto a la cocaína? ¿O su sexualidad? Resulta obvio que El Mundo ha encontrado un filón de esos que tanto le gusta explotar. ¿Qué relevancia tiene en el caso que el susodicho sea homosexual? ¿A caso hubiera sido mejor si la malversación hubiera sido con prostitutas heterosexuales? No. Porqué eso no tendría morbo. Pero hurgar en la intimidad de una persona, que obviamente ha obrado mal y debe recibir su castigo, es mucho mejor.
Pero para las plumas carcas que escriben en este periódico es más divertido desvelar la sexualidad de una persona que sólo contar sus delitos. Porqué hay que recordar que el único delito que ha cometido es la malversación: ser gay no es un delito, aunque algunos en su propia sociedad retrógrada se empeñen en demonizarlo. Parece mentira que Pedro J., una de las víctimas años atrás de este tipo de periodismo, haga lo propio con otras personas.
P.D.: Es motivo de mención el excelente comportamiento de la alcaldesa de Palma Aina Calvo, del PSOE, que ya poseía los datos antes de los comicios y que prefirió esconderlos para no contaminar la campaña (con un hecho con el que su partido hubiera podido sacar mucho rédito en forma de votos). Un diez para ella.