Ayer, mirando la televisión a altas horas de la madrugada cual parado de larga duración, encontré un programa de esos que no caben en horario diurno, ya que cuenta con una audiencia más bien limitada y selecta. Se trataba de un programa que se emite en Digital + y que se llama Taller Canal +. Este programa de entrevistas/coloquio sobre cine, y que dirige de forma magistral Antonio Muñoz de Mesa, se nutre de traer a directores, guionistas y actores del séptimo arte para que nos expliquen sus entresijos. Después, estos reciben preguntas de diferentes estudiantes de cine, cuyo conociemiento del medio se supone extenso.
En este episodio el entrevistado era el impetuoso y transparente Óscar Jaenada, conocido por su participación en diversas series televisivas, y sobretodo por ser el protagonista de ‘Camarón’ (por cuyo papel recibió un Goya). En un momento de la entrevista, el actor empieza a quejarse del doblaje existente en España, y se manifiesta como francamente contrario a él. Según el actor, más allá del provincianismo que mostramos ante el resto del mundo con este hecho, lo peor es que esta práctica obedece a un obsoleto mandato de la dictadura franquista.
El 24 de abril de 1941, y bajo orden ministerial, se aprobaba un texto que rezaba «queda prohibida la proyección cinematográfica en otro idioma que no sea el español, salvo autorización que concederá el Sindicato Nacional del Espectáculo, de acuerdo con el Ministerio de Industria y Comercio y siempre que las películas en cuestión hayan sido previamente dobladas. El doblaje deberá realizarse en estudios españoles que radiquen en territorio nacional y por personal español». Esta ley, que se redactó bajo el pretexto de respetar la identidad nacional española, tenía el único fin de legitimar la censura en nuestro país (añadiendo un complejo filtro que no permitiría que se emitiera nada en contra del régimen, tal y como se explica en el blog ‘Notas de Cine’).
Y ahí seguimos estancados. Han pasado más de sesenta años y en España casi todas las películas están dobladas. Que nadie se confunda: esta no es una queja hacia los dobladores de este país, que los hay de muy buenos (como por ejemplo Joan Pera, doblador de Woody Allen, que incluso ha visto reconocida su calidad por el propio director neoyorquino). El problema es que el doblaje es una manera de reinterpretar el arte. Cuando se dobla, se pierde buena parte de la intención que le ha dado el actor en cuestión y de las indicaciopnes que éste ha recibido por parte del director. Se crea otra obra, con diferentes diálogos, que en muchos casos pueden hacer que una gran película quede reducida a una pifia de campeonato.
Porque ¿es que a caso se traducen las canciones? No, sólo aquellos cantantes con vocación puramente comercial que buscan el dinero y que quieren conquistar más mercados aceptan editar sus hits en diferentes idiomas. Y el resultado suele ser generalmente nefasto. Así pues, si no se quiere manipular una obra de arte ¿por qué se dobla? Son muy pocos los países en los que es común esta práctica, y encima nosotros lo seguimos haciendo por un mandato de un enano que ya está muerto. Un poco de respeto para el trabajo ajeno, promovamos un cine de calidad subtitulado y no doblado.